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Nueva Zelanda vuelve a celebrar conciertos para miles de personas sin distancia social ni pruebas

Las imágenes de las más de 11.000 personas que han asistido al concierto de L.A.B, The Black Seeds, Mako Road, Bainley Wiley y Anna Coddington en el pabellón TSB Bowl of Brooklands en New Plymouth el pasado sábado 9 de enero son impresionantes. Las fotografías del perfil de Facebook del grupo L.A.B parecen de otra época, cuando el público se apretaba en las primeras filas para hacerse la foto final del concierto. Pero no, son fotografías del pasado sábado. De hecho, las noticias al respecto dan más importancia a un aumento del número de wc que de un posible contagio masivo de Covid-19. Otros grandes espacios como el Spark Arena de Auckland, con una capacidad para 12.000 asistentes, también ha abierto sus puertas a conciertos.

Aunque son carteles de conciertos y festivales puramente locales, los artistas extranjeros han cancelado o aplazado sus actuaciones en Nueva Zelanda, en el país se habla de un "boom" de la música en vivo durante este verano con una agenda apretadíssima de eventos.

La de Nueva Zelanda es una situación que causa una gran envidia a gran parte del resto del Mundo que, a pesar de haber comenzado el proceso de vacunación, no espera vivir unos conciertos sin distancia social, mascarillas o pruebas sanitarias, como muy pronto, hasta bien entrado 2022.

Nueva Zelanda es un país modelo a la hora de combatir la pandemia del coronavirus y ahora, en pleno verano austral, recoge los beneficios: una agenda repleta de conciertos y festivales sin distancia social, pruebas ni mascarillas, lo único que se pide al público es activar la aplicación Radar Covid-19 en el smartphone y quedarse en casa en caso de no sentirse bien.

Con una población de unos 5 millones de personas, el país sólo ha sufrido 25 muertos y unas 2.000 infecciones, cifras que casi cada país europeo multiplica en un solo día. El cierre de fronteras a viajeros internacionales y la cuarentena obligatoria de marzo pasado han dado un resultado inmejorable, una estrategia llamada "go hard, go early" que su admirada primera ministra, Jacinda Ardern, ha aplicado con gran rigor. Ahora los viajeros internacionales deben hacer dos semanas de cuarentena obligatoria.